8 años desgastan a cualquiera, la confrontación trajo malos resultados en definitiva, el rival nunca fué evaluado en su justa dimensión y resultó ser un monstruo grande que pisa fuerte, los enormes esfuerzos para dominarlo y ganarle fueron en vanos, de nada sirvió la ayuda interna y externa, el gasto material para mantener el frente de batalla sin deserciones fué enorme, quizás en una eventual autocrítica se caiga en la cuenta que faltó un líder no terco, no obcecado, un líder que no se la creyera, con los pies en la tierra y la mirada en la realidad, alguién que no arremetiera a lo loco, que con algún mínimo rasgo de humildad hubiese dado un paso al costado entregando la posta y delegando el mando. Pero no, sus creencias y fanatismo pudieron mas que la razón y la táctica necesarias en estos casos. Pero era el jefe y era el que ponía la guita, era el dueño de nuestra subsistencia y hubo que ir al frente en todas sus operaciones políticas y mafiosas para derrocar a la presidenta, nos cansamos de hacer el ridículo y perdimos todo, empezando por la dignidad, nos volvimos mentirosos patológicos y nos creímos nuestras propias mentiras y llegamos a un final triste y sin fé, con el infierno tan temido: nuestro relato opositor plagado de denuncias fastidia y aburre. Nuestro relato opositor pierde ante un proyecto nacional y popular e IRREVERSIBLE.
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