lunes, 5 de mayo de 2014

La televisión pública

LUEGO DE 11 AÑOS DE POLÍTICAS INCLUSIVAS
EL NUNCA MENOS DE LAS TELEVISORAS PÚBLICAS
Por Enrique Masllorens.
Es trabajosa la construcción de una televisión federal cuantitativa y cualitativamente más grande y mejor. Era de esperar. A pesar de la cuota de ingenuidad que casi todos tenemos y que podía hacernos confiar en algún resto de honestidad de quienes dejaron de ser colegas para convertirse en operadores. O en la vana esperanza de ver reflejada la trabajosa y exitosa construcción de una televisión pública federal cuantitativa y cualitativamente más grande y mejor. ¿Por qué creer que algún sector –y sobre todo de gestión estatal– iba a estar libre de esta guerra declarada por los sectores del privilegio y de las privatizaciones, que buscan recuperar lo que el pueblo argentino ha vuelto a tomar conciencia de que le pertenece y no está dispuesto a perder o retroceder? En estos ataques que no respetan las mínimas convenciones ciudadanas y republicanas de informar con la verdad, con todas las voces y sin ocultar las realidades tangibles. No es imputable al desconocimiento ni a la falta de información lo que el diario La Nación publicó en tapa de su edición de 24 de abril con el engañoso título: "Crece el gasto en medios estatales, pero no aportan más pluralismo". Ni que la oportunidad de esa falaz puesta en escena fue casual.
Se publicó 20 días después de que representantes de 25 canales y señales nacionales, provinciales y universitarias nos reuniéramos en Mendoza en el 11º Encuentro Nacional del Consejo Federal de la Televisión Pública (CFTVP). Las jornadas de trabajo se iniciaron con la teleconferencia en la que la presidenta anunció junto al gobernador Francisco "Paco" Pérez la inauguración de Canal Acequia, el canal público provincial. Y Mendoza tenía desde hacía pocos meses otra pantalla, la Señal U de la Universidad Nacional de Cuyo, en una provincia prácticamente hegemonizada, hasta ese momento, por el Grupo Vila-Manzano.
El CFTVP que se inició en septiembre de 2007 ha sido y es un colectivo único en Latinoamérica y que se desarrolló armónicamente desde los criterios de complementación e integración y que está basado en el verbo que define como ningún otro el derrotero de estos once años de políticas de Estado: incluir.
Esta televisión pública que hace foco en el ciudadano y no en el consumidor viene de una historia que la nota periodística no refleja, ni lo intenta. En 2007 había 14 canales públicos. El 90% eran meras repetidoras de Canal 13 y Telefé y alguno de Canal 9. La mayoría de sus noticieros centrales y entre el 60 y el 80% de sus contenidos provenían por contrato de esas emisoras porteñas. ¿Cuál es el pluralismo de una sociedad, de un medio de comunicación que desde el poder del dinero y los recursos impone visiones, imaginarios, intereses, subjetividades y costumbres a millones de compatriotas que no tenían escapatoria, que estaban convertidos en rehenes? Y que condena al país profundo a la mera descripción paisajística desde un paternalismo humillante, o al escenario de algún desastre natural o asesinato mediatizable.
Bueno, señoras y señores, eso mal que les pese, empezó a cambiar de raíz. Se multiplican los canales y señales públicos, tanto en provincias como en universidades nacionales. Miles de jóvenes y técnicos encuentran que sus saberes y vocaciones las pueden desarrollar en sus lugares de residencia o de estudio. Crecen pequeñas productoras que se asocian con los canales para contar sus cosas y sus historias a sus coterráneos. Los propios canales –empezando por el 3 de La Pampa– se abren a su comunidad para ofrecer pantalla luego de exigentes concursos con jurados inobjetables tanto de la provincia como de otros lugares. Los ciudadanos miran y se miran y por los intercambios son registrados y visualizados por otros compatriotas que empiezan a conocerlos, a identificarse, a latir un mismo sentir. No apto para los fundamentalistas del unitarismo y centralismo porteño.
Y esta diferencia abismal con la televisión que teníamos fue y es posible porque un Estado presente, fuerte y consciente de su rol articulador y no neutral, apoyó y apoya a cada una de esas señales y canales con recursos, equipamiento de última generación, subsidios –que deben ser concursados– para la producción de contenidos locales, con capacitaciones como las que brinda la Televisión Pública o el Sindicato de Televisión. Y con la creciente instalación de la Televisión Digital Abierta, libre y gratuita. Este despertar de las fuerzas creativas, productivas y federales se debe también a lo que plantea la vigente Ley 26.522 de SCA y que obliga a altos porcentajes de producción propia.
En los once Encuentros Nacionales de la Televisión Pública además de crecer en número y calidad hemos expresado nuestros puntos de vista, las propuestas y los logros del sector. Jamás los medios hegemónicos dieron cuenta de nuestras reuniones de trabajo y menos aún la de publicar algo de las once cartas que lleva cada una el nombre de la ciudad donde hemos sesionado. Esa es la visión despectiva, centralista y elitista dominante en algunos medios que cacarean por un pluralismo del que no muestran ni un ápice en sus páginas o sus emisiones. El pluralismo no es sólo invitar a políticos opositores. Ser plural es el reconocimiento de muchos principios, sistemas o realidades, que exceden lo electoralista y que van a lo profundo de la cultura, la identidad y la creatividad inmanente de los pueblos.
Los canales y señales públicos han sentado un precedente, una construcción, una trinchera de dignidad y soberanía de la que no se podrá volver atrás. Es el Nunca Menos de las televisoras públicas sustentadas por sus audiencias crecientes y agradecidas por ser y sentirse protagonistas.
Es que como escribiera Raúl Scalabrini Ortiz: "El Estado brota de abajo, de la muchedumbre y es casi una redención, una creación del pueblo solidario." ¡Nunca menos! -

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