miércoles, 12 de octubre de 2011

El Néstor._

Recursos Naturales y Ambiente
Energía nuclear
Una opción para el desarrollo
El ex presidente Néstor Kirchner decidió retomar la construcción de la central Atucha II poniendo en marcha el plan nuclear en 2006 y recuperando el bastión más importante del desarrollo tecnológico argentino. Los casos de Aemania y Japón.
Por Victoria Castiglia | Desde la redacción de APAS
11|10|2011

La conveniencia de usar energía nuclear como fuente de energía barata ha sido puesta en duda, desde que ocurriera el terremoto y posterior tsunami que asolara a la central japonesa Fukushima.

La adopción o el abandono de la energía nuclear siempre ha sido una opción política de los gobiernos en la búsqueda de la independencia energética. No sólo se trata de la capacidad para acceder a la sofisticada tecnología atómica –durante muchos años en manos de un selecto grupo de países- sino también a la posibilidad de recurrir a otras fuentes de energía de manera de constituir polos energéticos de matriz diversificada.

Haciendo uso de esa potestad discrecional, el gobierno de Angela Merkel anunció en marzo un plan por el cual Alemania cerraría paulatinamente sus plantas nucleares para el 2022, convirtiéndose en la primera potencia mundial que abandona la energía atómica.

De esta forma, el desafío para los alemanes en los próximos 11 años será encontrar una fuente de energía renovable que cubra el 22 por ciento de sus necesidades eléctricas. A tal efecto, Merkel formó una comisión para revisar los planes nucleares y remarcó que "mientras más pronto salgamos de la energía atómica, mejor será".

La decisión estuvo determinada por las grandes manifestaciones de protesta contra la energía nuclear que se produjeron en Alemania y donde se concentraron alrededor de 100 mil personas en diferentes puntos del país.

Sin embargo, resulta difícil no pensar que detrás de la drástica resolución de la canciller alemana se esconde la necesidad de conservar el poder, seriamente amenazado por las dudas que genera al electorado la actuación de Merkel como líder europea frente a la crisis que se desata en todo el viejo continente y a la necesidad de evitar su colapso electoral frente a los partidos verdes.

El ministro de Medio Ambiente, Norbert Rottgen explicó que siete de los reactores más antiguos, cerrados después del accidente en Japón, no volverán a ser reactivados, y que otra octava planta que ya estaba cerrada por problemas técnicos, tampoco reabrirá.

A su vez, otras seis dejarán de funcionar en 2021, y las últimas tres se desactivarán en 2022. “Es definitivo. El final para las últimas tres plantas de energía nuclear es 2022. No habrá una revisión a esta decisión”, declaró.

La decisión alemana de cerrar sus plantas ha puesto al país en la necesidad de comprar la energía a Francia que, curiosamente, utiliza energía nuclear para su generación desde plantas situadas en un territorio que por su proximidad representa el mismo peligro para Alemania que el que se supone quiso evitar cerrando sus usinas.

A lo anterior debe agregarse el agravante de que Alemania no posee fuentes alternativas de energía que reemplacen la pérdida de casi un cuarto de sus requerimientos totales. Algo similar ocurre en Japón, donde no existe carbón, petróleo, campos de energía eólica, ríos caudalosos o sol suficiente para su conversión en electricidad. Tampoco los intentos por desarrollar usinas mareomotrices han sido de éxito. En ambos casos los países han perdido parte de su independencia energética cuestión que dificultará en el futuro sus pretensiones de crecimiento.

Más allá del miedo sobredimensionado o de la conveniencia política, la energía nuclear - tomados los recaudos necesarios no ajenos a otras energías- es limpia, segura y barata. Dichas características la hacen perfectamente apta para ser considerada dentro de planes energéticos estratégicos de matriz diversificada.

Consciente del problema y lejos de la decisión de Alemania y de Japón, la presidenta argentina Cristina Fernández se ha ocupado de diversificar la matriz energética de su país.

Su pensamiento salió a luz en un discurso que el pasado septiembre brindara durante la reinauguración de la planta nuclear Atucha II.

Así durante ese acto, Fernández relató que “el ex presidente Néstor Kirchner decidió retomar la construcción de esta central poniendo en marcha el plan nuclear en 2006 y recuperando el bastión más importante del desarrollo tecnológico argentino”.

Frente a la psicosis antinuclear desatada con posterioridad al terremoto japonés, la mandataria expresó que a pesar de que Fukushima haya ocasionado el “miedo” al uso de la energía nuclear en los habitantes del planeta, las condiciones para establecer una central en ambos países son distintas.

El Director del Posgrado en Administración de los mercados de energía eléctrica y gas natural del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), Ernesto Badaraco, explicó: “Es posible establecer con un marco regulador estable y previsible, las condiciones para que las ‘tecnologías ganadoras’ sean desarrolladas con valor agregado local, la participación de ingeniería argentina y seleccionadas por el mercado”. Lo que implica además, que la Argentina no se vea obligada a exportar sus recursos y pueda producirlos en su propio suelo, cuestión central de una política de independencia energética.

Según sostuvo Braradaco la adopción de fuentes que diversifiquen la matriz energética nacional contribuye a evitar los abusos comerciales de los países “productores de combustibles tradicionales y asegurar que los mercados serán ‘contestables’ y con una fuerte competencia a largo plazo. La concreción de las ventajas resultantes será verificable en bajos precios de la energía y abundancia de oferta

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